jueves, 3 de mayo de 2012

Decir adiós...



Adiós, nunca es fácil decirlo... sobretodo cuando debemos hacerlo de manera inesperada.

Por medio del Facebook, me enteré de que un compañero del colegio falleció hoy; esta noticia me dio mucha tristeza, desde que éramos compañeros él ya estaba enfermo y se retiró por la misma razón. Después de eso, la verdad es que lo vi casi nada; sin embargo nunca me olvidé de él, era un chico con mucha energía y ganas de vivir a pesar de que sus diagnósticos no eran favorables... me imagino que su familia vivía contagiada con sus buenas vibras, siempre lo recuerdo sonriendo, no amargado o enojado.

Hoy por complicaciones de su salud, partió de este mundo... pero ahora está en uno mucho mejor, él creía en Dios, lo tenía en su corazón y Dios nos ha prometido que después de esta vida podremos descansar y que junto a él no habrá enfermedad; así que me conforta saber que ahora está en un lugar en el que podrá seguir disfrutando, solo que ahora sin limitaciones y enfermedades.

Aunque no tengo mucha audiencia en mi blog, no quise poner el nombre de esta persona ni tampoco fotografías, porque la intención no es exponerla... solamente quería recordarla en esta entrada, recordar el valor, la fortaleza y la inspiración que significa para todos los que llegamos a conocerlo y ser aunque sea una parte de su vida.

Sin llegar a ser grandes amigos, él tocó mi vida, y sé que lo hizo con muchas otras personas que hoy lamentamos su partida. Espero que su familia encuentre consuelo en este difícil momento, porque decir adiós es algo para lo que nunca estamos realmente preparados...

3 comentarios:

  1. Anita, no se que decir.
    Esta demás decir cual es la moraleja sobre la fortaleza y lo realmente importante de la vida que dejo tu amigo.
    Un abrazo grande!

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  2. La única persona que se me ha ido, ha sido mi Abuelita... vivía con nosotros, lo hizo por muchísimos años. Siempre se enfermaba y la casa se llenaba de familiares y todos hablaban de que "la buenita se nos iba a ir" y de lo que harían si eso sucediera. Pero la Abuelita no se iba, se ponía en pie, bien erguida y seguía con más vida que antes. Resucitaba cada vez que la creíamos muerta, tenía ese don. Y la cosa es que me acostumbré un poco a eso, a verla enfermar profundo y luego lucir más joven que yo. Una y otra vez... Hasta que un día....
    Un día viajó fuera del país a visitar a mi tía. También estaba acostumbrada a que de vez en vez viajara a ver a mis tíos, podían pasar meses. Pero después regresaba y todo volvía a ser como era.
    Así que no me preocupé, ella estaba de viaje... Una noche, nos llaman por teléfono... tan sólo con ver llorar a mi papá entendí lo que pasaba. Mi Abuelita no iba a regresar, esta vez era de verdad... Se había ido.

    La cosa es que... siento que nunca he sufrido la pérdida de alguien, a veces pienso en mi Abuelita y es como si continuara de viaje. Por eso comparto plenamente contigo lo de que no estamos realmente preparados para decir adiós...

    Saludos! Caro

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    1. Uy yo también tengo una abuelita que vive con nosotros desde hace mucho tiempo, me acuerdo de que en Costa Rica también pasaba que se iba mucho tiempo a ver a sus hermanas y me da penita que aquí no tenga la misma libertad.

      Un abrazo Caro!

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